
Estaba la muerte un día
descansando en unas piedras
y fui a pedirle el favor
de que se llevara a mi suegra.
Entre mi suegra y la tuya
na" mas hay un detallito
a la tuya no la veo
y a la mía no me la quito.
El otro día al despertarme
se me paró el corazón;
estaba mi suegra enfrente
metida en un camisón.
Insectos y sabandijas,
alacranes y culebras…
Ninguno es tan peligroso
como puede ser mi suegra.
Que estuviera diez minutos
metida en agua bendita…
Libraría al diablo mi suegra
y yo me quedaba a su hija.
No hay cosa más tormentosa
que esté en tu casa la suegra
salvo que tengas un diablo
y le haga las mismas tenebras.
Estos años, a tu lado,
siento que voy reviviendo,
pero cuando veo a mi suegra
otra vez voy remuriendo.
Si yo pongo, ella quita;
si yo quito, ella pone;
si propongo, cualquier cosa,
mi suegra siempre dispone.
Ay, suegrita, quién tuviera
un poquito de dinero
para mandarla a Groenlandia,
sólo de ida, en un crucero.
Llevo dos años, casado,
pero parece un milenio.
Es que mi suegra hace todo,
pa" que todo sea un infierno.
Mi suegra no es fea, ni mala,
mucho menos un demonio.
La regalo, envuelta en oro,
en su caja y con su moño.
Alonso Marroquín Ibarra
28 de marzo de 2011 y corriendo