
Si el cielo fuera más grande
lo podría comparar
con el vacío que tengo
y con mis ganas de amar.
Ay, malhaya, si pudiera,
con mis deseos traer
y tener aquí juntito
a la hembra de mi querer.
Dónde te escondes, preciosa,
que te busco y no te encuentro.
Llega prontito a mi vida
que crece mi desconsuelo.
Por las noches ya no duerno
y sólo en ti pienso de día.
Esto no es dulce tormento,
es la muerte, vida mía.
El Santo que nunca es visto,
dicen, que no es adorado;
al no verte, alma mía,
tengo mi pecho espinado.
El tormento de los celos
me está carcomiendo el alma
déjate ver, morenita,
para recobrar la calma.
Alonso Marroquín Ibarra
19 de marzo de 2011 y corriendo