A veces dejo en la mesa mi cigarrillo encendido
que se consume muy lento como si fuera mi calma;
cuando se apaga lo tomo inspirando mi suspiro
de otro más encender, otro más pero en el alma.
A veces ando mi tiempo sin tener ni la esperanza
de llegar por propio paso al final de mi camino;
el camino es en sí mismo el gozo y la bonanza
por poderlo caminar cualquiera que sea el destino.
A veces corro de prisa y luego caigo rendido
a veces detengo el paso para entender enseñanza,
y despacio lo retomo para seguir lo aprendido.
A veces el corazón vuelve a latir con tal fuerza
y a veces se me deshace entre las manos vencido,
como dejando extinguir con el cigarro mi esencia.
Luis Alfonso Villalobos Guerrero
Septiembre 7 de 2010.