
Empeñados para siempre,
muriendo de sol a sol,
eran sus vidas perdidas:
¡La mina y la plantación!
Triquis, yaquis, lacandones...
indios, pobres, ignorantes...
eran la fuerza motriz
de aquel dictador "brillante".
El oro dorado y negro,
las riquezas, nuestros mares,
se entregaban sin tapujos
a empresas no nacionales.
- ¡Y no proteste, cabrón!,
que lo dejamos cuajado,
mientras sus críos van pagando
la deuda que haiga dejado.
Y ya en el siglo XXI,
con festejo centenario,
todo parece una calca,
pero se ha multiplicado.
Son negocio los panteones
y la venta de favores,
y los hombres honorables
también se han vuelto ladrones.
El país está empuercado,
ahora todo es corrupción.
¿Qué festejamos, señores,
Acaso la revolución?
Chobojo Master
Septiembre del año 2010