11 de Junio, 2010La luna en la canción mexicana
Por Juan Cervera Sanchís - 11 de Junio, 2010, 1:20, Categoría: NUESTRO MEXICO
Dibujo:Rúber León Rodríguez Composición: Alonso M I Por Juan Cervera Sanchís La más célebre de las lunas de nuestro cancionero es, indudablemente, la de octubre, de José Antonio Michel: "De las lunas la de octubre es la más hermosa" y que fuera fruto de su veneración por Eva, el amor platónico que José Antonio mantuviera vivo en su corazón hasta que éste dejó de latir. Eva, por cierto, fue hermana del escritor Juan Rulfo. La presencia de la luna, inspiradora de tantos y tantos sueños y anhelos de amor, ha sido y es una constante en la mayoría de nuestros poetas y compositores. Podríamos hablar de las lunas tímidas y equívocas de Juan Gabriel; de las invisibles y enamoradas lunas que, sin verse, se ven en las nocturnales canciones de Roberto Cantoral. Igualmente podríamos recrearnos en la contemplación de las lunas sonámbulas y ebrias de amaneceres celestes, que se asoman en las letras del poeta Mario Molina Montes. Lunas y más lunas. Recordemos las de Agustín Lara. Por ejemplo, aquella de noche de ronda, "que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad." O aquella otra de María Bonita: "que se hizo un poquito desentendida." Tratándose de Lara no podemos olvidar su luna de plata Veracruzana y menos la de Janitzio brillando sobre el lago de cristal y, por supuesto, la clara luna que se enredaba con hilos de argentería en los mirajes de su destierro. Lunas estremecidamente románticas las de Agustín Lara, pero, ¿qué luna no es romántica? ¿Se acuerdan de las lunas de José Alfredo Jiménez? "Una que brilla en la noche, mientras canto", susurra José Alfredo al pie de la montaña y, otra luna, que siendo la misma siempre, es siempre otra, lo baña con la suavidad de sus rayos al tiempo que amanece, el cantor, entre los brazos de la mujer amada. Canta y canta José Alfredo a la luna seducido bajo el Cielo de Chihuahua en guitarras de media noche y en su serenata huasteca. Ejerce la luna sobre él un intenso poderío hipnótico que lo lleva a elevar su canto en luna súplica: "Deja que salga la luna,/ deja que se meta el sol..." Y es que la luna, para José Alfredo, es un sentido y vivo sinónimo de mujer y de amor. La luna, pues, para nuestros compositores y en nuestro Inconmensurable cancionero, es una egregia protagonista. Álvaro Carrillo llegará suplicar "luz de luna" para sus noches tristes. Armando Manzanero no dudará en confesar: "Contigo aprendí a ver la luz del otro lado de la luna." Todo verdadero y gran amor contiene en sí enigmas de luna. Chucho Navarro nos hará cantar, enternecidos de amor, con Los Panchos: "Como un rayito de luna entre la selva dormida así la luz de tus ojos ha iluminado mi pobre vida." Amor de luna y lunas y más y más lunas, alumbrando las noches de los enamorados, en nuestro plenilunar cancionero y, jugando y soñando realidades y fantasías. Lunas de rondallas, como la de Alfonso Esparza Oteo: "En esta noche clara de inquietos luceros, lo que yo más quiero te vengo a decir; mirando que la luna extiende en el cielo su pálido velo de plata y zafir." La luna de débiles fulgores de Tata Nacho. La traviesa luna de Luis Demetrio tan encariñada con los celosos y golosos gatos y, a la vez, un poco cómica. La luna arrabalera de Chava Flores. Sí, aquella como una pelota que alumbraba el callejón. Multiplicidad de lunas, ¡ay!, enriqueciendo la mágica noche de nuestro infinitísimo cancionero, quizás, y sin quizás, uno de los más extraordinarios del mundo. Resultaría interminable inventariar tantas y tantas inverosímiles y variadísimas lunas llenas, menguantes y crecientes, como aparecen y dan luz al cancionero único de México. Daría, de hecho y por derecho, para un prodigioso y poético libro, pero aquí y ahora se nos achica el espacio y nos corretea a toda prisa el infalible tiempo. Ello, empero, no quisiéramos dejarnos durmiendo en las yemas de los dedos y en la piel del olvido la luna "que cuelga allá lejos", del Huapango Torero de Tomás Méndez y, así, aquella otra luna de los cuernitos, coqueteando con el sol, de Agustín Ramírez. Tampoco se nos olvida la luna de Chapala, entre redes y encajes, que cantara Pepe Guisar. Ni la de Mazatlán deificada por Gabriel Ruiz. Lunas que no cesan de iluminarnos, ya sea en las canciones de Cuco Sánchez, del oaxaqueño Chuy Rasgado, los hermanos Cantoral, la luna aquella llorando rayo a rayo en el crucifijo de piedra; la de Juan S. Garrido en Xalapa, aromada de jazmineros en flor, o la de Lorenzo Barcelata y Ernesto Cortázar, con la que ponemos fin, cantando, a este devaneo lunar por nuestro embrujador cancionero: "La luna se ve de noche, el sol al amanecer y hay quienes por ver la luna otra cosita no quieren ver."
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Etiquetas: LUNA, cancion mexicana, amor, armando manzanero, jose alfredo jimenez, musica mexicana, Chobojos, canción
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