Chobojos

Por Constantino Pol

No poder dormir, por los recuerdos acumulados y embellecidos a golpes de corazón y necesidad durante tu ausencia; por el pleito eterno entre mis sentimientos y mi pasión, que se acrecienta incontrolable cuando te recreo… ¡Cuántas veces!

No poder dormir, por construir mundos imaginarios de posibilidades infinitas que podemos habitar conjugando, después de volverlos verbos, cada uno de nuestros antojos;

No poder dormir al ser asaltado por tu presencia, que siento detrás de mí en cada rincón de la casa; fantasía pura, porque al voltear sólo encuentro pistas remotas: una mascada que conserva aquel perfume dulce, mixturado con tu aroma; tu ropa, selecta y siempre adecuada que aumentaba la belleza de tu contorno y la luz de tus ojos. “Unos ojos de un color imposible” escribió Bécquer…

No poder dormir por la incertidumbre eterna del futuro, ese lugar del tiempo imposible de atrapar, por más que se diga que nosotros somos sus sembradores. Cono si realmente lo pudiéramos forjar a nuestro antojo. Tiene demasiadas variables y muchas escapan de nuestras manos.

No poder dormir, por la contundencia del pasado, inmodificable también, que me agobia ingrato magnificando los errores cometidos.

No poder dormir por tener una esperanza paradójica, viva-perdida, muerta-recuperada, de una vida continuada, con suaves vaivenes de armonía y satisfacción, de caricias y sensación de eternidad.

No poder dormir por la angustia creciente –como brea untada en la piel-,  que me golpea en todo momento y lugar, que me impide ver con claridad, que vuelve exponenciales mis debilidades y atomiza mis capacidades.

Mi insomnio se ha vuelto consuetudinario.