¿Suicidio?
Por Alonso Marroquín Ibarra - 1 de Junio, 2009, 6:10, Categoría: CUENTOS Y MICROCUENTOS
![]() Por Alonso Marroquín Ibarra Lo presionó su salario, jamás le alcanzó para satisfacer con cercanía razonable sus necesidades básicas; el cúmulo de obligaciones laborales, siempre creciente, le destrozó, finalmente, los nervios, habría que sumar también la monserga eterna que significó su jefe, arrogante y megalómano, cada uno de los días de tantos años de oficina; el poco tiempo disponible para su familia le causó agrios reclamos permanentes, y hasta lo alejó en definitiva del asomo de placer sexual con su mujer, asomo, solo eso, fue lo último que tuvo de ella; lo acercaron al infierno las deudas, que se multiplicaban como conejos, y los malditos intereses que como cactáceas se extendieron al infinito; deber la renta, tener cortado el teléfono por falta de pago, pagarle a la vecina que completó el gasto la última quincena y la anterior también y quién sabe cuántas más; cubrir la letra de la televisión; buscar las moneditas guardadas en botecitos, aquí y allá, para completar los pasajes de la semana; pagar el refrendo del último empeño y empeñar los anillos de bodas y de una vez los "oritos" que eran de su madre para librar un mes más; las eventuales escapadas a la cervecería donde unas pocas horas se permutaban en olvido y risas, terapia efímera, le costaban los doscientos o trescientos pesos que después se convertían en verdaderos vía crucis, sumiéndolo en arrepentimiento profundo. No pegaba el ojo, malcomía unos engañosos tacos de guisado, la cabeza le estallaba todos los días y su mirada de anémico le agregaba tristeza a su semblante, los acreedores lo buscaban sin pausa minándole con persistencia el hígado, el ruido eterno de la avenida con miles de automóviles le punzaba los nervios manteniéndolo irritado, los pendientes, los trabajos especiales, los urgentes, los importantes, los no resueltos, todo era presión, presión, presión... -No ha dicho nada en todo el día, está como ido. Y no sólo ha sido hoy, tiene varias semanas así-. Comentó el compañero de junto, a pregunta expresa de la secretaria del jefe, todopoderoso, nada más allí. Su necesidad de chismear la hizo entrar, con exagerado contoneo felino, al cubículo del mandamás. -¡Voy a correr a este hijo de la chingada!- Resonó la amenaza. Ninguno se inmutó, era una expresión cotidiana. Las injurias estallaban eternamente por toda la oficina. – ¡Es un pobre pendejo! A las pocas horas el "pobre pendejo" se arrojó por la ventana. -Se suicidó-. Fue la conclusión a la luz de la lógica policíaca. La mujer que hacía la limpieza, con una mirada semejante a la tenía horas antes el muerto, dijo contundente: -No, no se suicidó.
Permalink
~ Comentarios (1)
~ Comentar
| Referencias (1)
Etiquetas: suicidio, HOMBRE, empleado, crisis, homicidio, Chobojos, LETRAS, LITERATURA, reflexión
|
Calendario
Baja gratis el PDF de:![]() Secciones
Archivos
Sindicación RSSCHOBOJOSSitios Amigos |