Apenas te subiste a un ladrillo y ya te dio mal de montaña.
Sobre la transformación que sufren algunas personas cuando ascienden algún peldaño en el escalafón y se vuelven engreídas, intratables y pretenciosas.
La ley de Herodes: o te chingas o te jodes.
No queda otra opción que acatar la ley de los más poderosos.
A las once, una, y a la una once.
Dicho de cantina de los bebedores empedernidos. A las once, una copa y a la una, once.
Amor de lejos, amor de pendejos.
A palabras de borracho, oídos de cantinero.
A palabras necias, oídos sordos.
Ay, amor, cómo me has ponido: flaco, ñango y descolorido.
Para lamentarse de los estragos que una relación amorosa nos ha causado.
Ay, reata, no te revientes que es el último jalón.
Para animar a no abandonar una tarea difícil cuyo final está cercano.
Casamientos de pobres, fábricas de limosneros.
Una cosa es Juan Domínguez y otra cosa es No me chingues.
No abuses de mi amistad y de la confianza que existe entre nosotros.
El amor de los pobres es como el espinazo de puerco, pelado, pero muy sabroso.