EL ÁRBITRO
Por Juan Cervera Sanchís
Del libro: Las 1001 caras de Jano
Aquel niño se divertía subiéndose a la silla del abuelo, desenchufando el interruptor de la casa e interrumpiendo las transmisiones de fútbol que su padre y sus hermanos veían por T. V., aunque esto le costaba invariablemente alguna que otra patada en el trasero y dos que tres moquetes en sus mejillas.
Pese a ello, él, no parecía, y menos quería, escarmentar; por lo que cada vez que podía hacía de las suyas desenchufando, en el momento más apasionante del partido que veían su padre y sus hermanos, el interruptor.
Éstos optaron por mantenerlo amarrado junto a ellos frente al televisor y ver y oír los, para él, insufribles partidos.
Fue así que se intensificó su odio al fútbol, lo que lo llevó, al crecer, a convertirse en el árbitro más arbitrario de que se tenga memoria.