Los conceptos vertidos en este artículo
son aplicables para los chobojos hispanohablantes.
Buscar y encontrar en la red imágenes navideñas que reflejen nuestra idiosincrasia pone de manifiesto la inmensa penetración que los gringos han logrado en nuestro costumbrismo. Cada vez son más escasas.
El chobojal ya se acostumbró a los santacloses, originalmente de color verde, que la Coca Cola pintó de rojo para su propaganda, habiendo logrado enraizar esa imagen; el chobojal habla incluso de papá Noel, de cenar pavo –se oye más acá que decir guajolote o cócono-; ha dejado atrás los nacimientos, los adornos con musgo y heno y prefiere arbolitos comerciales –algunos preciosamente sintéticos- las coronitas muy al estilo victoriano y adornos llenos de foquitos, musiquita y movimiento simparticones, con paisajes siempre nevados.
Entrar a la casa de cualquier fulano que pertenezca a la clase media, incluso verla por fuera, se vuelve una visita a un espacio delirante que es espejo de un consumismo aberrante y se hace evidente la ausencia de lo nuestro.
Los regalos principales que se hacían a los niños eran entregados el Día de Reyes, en concordancia con la tradición cristiana de la llegada de los Reyes Magos al pesebre donde estaba el "Niño Dios Nacido". Esos reyes lograron hallar el rumbo gracias a la famosa Estrella de Belén.
Ahora se prefiere a San Nicolás, el gordo de rojo, a "Santa" con su risa imparable de jo-jo-jo-jo, que nada tiene que ver con nuestras tradiciones… Siempre me he preguntado de qué chispiajos se ríe. ¿Será de nerviosismo al ver que hay demasiados jodidos que no alcanzan sus regalos o tal vez porque pudiera sentirse ridículo por su extrema gordura o para despistar y así evitar que todo el mundo se dé cuenta que los enanos ya no quieren hacer los juguetes o ya le da pena, en estas épocas de tanta tecnología, andar en un trineo con renos voladores o acaso se ríe porque en cada chimenea corre el riesgo de atorarse, algo así como : Jo, jo, jo, jo, jo… ¿Y si me quedo atorado? jo, jo, jo, jo, jo…
Como este artículo no va a quitarles lo agringado, por lo menos dejen de cantar el Jingle bells o de desear Merry Christmas y piensen en enviar tarjetas, virtuales o de papel, con motivos nuestros.
Y Ahora sí:
¡Felicidades!
