Las palabras,
al igual que nosotros,
se deterioran,
mueren
y enmudecen
en la tumba del tiempo,
pero mientras nosotros
nos pudrimos de prisa
y el olvido nos borra,
¡para siempre!,
ellas, las palabras,
suelen resucitar
en los jugosos labios
de los amantes jóvenes.
Juan Cervera Sanchís