Además de las pancartas, en las manifestaciones se portan expresiones populares de arte visual, bien con el personaje, muchas veces caricaturizado, que es el centro de las demandas o las protestas o simplemente como apoyo a las consignas. Pero no son los manifestantes plenos de inconformidad los que tienen la exclusiva de los trazos y el color. También las iglesias en su labor permanente de proselitismo hacen uso de esos recursos.
En el centro de la Ciudad de México, justo en el cruce de la ampliación del Paseo de la Reforma y Avenida Hidalgo, se ubica la Iglesia de San Hipólito, a la que acuden una gran cantidad de creyentes en busca del milagro necesario y su fama, bien establecida entre la feligresía, hace que el número se multiplique con el tiempo.
No obstante, en la parte lateral del templo, en la calle de Zarco, han utilizado la pintura mural popular para llamar al buen camino a las almas que tal vez no se han encarrilado adecuadamente. Y allí está un inmenso lienzo, utilizando el lenguaje visual de los artistas callejeros, con Cristo y su apostolado cruzando una urbe de concreto, invitando a los viandantes a seguir sus pasos.
Abriendo los ojos podemos descubrir a cada paso el gran universo de líneas, mensajes ocultos, formas y colores, que se va extendiendo a todos los ámbitos. Ya no es inusual que se "forren" edificios enteros con motivos publicitarios y aunque los recursos tecnológicos de esos monumentales impresos sean sorprendentes, no dejan de tener su origen en las manifestaciones artísticas populares, rebeldes o pacíficas.
Automóviles, autobuses de pasajeros, camiones, traileres, edificios, iglesias, anuncios modestos en una esquina, árboles con letreros de enamorados o corazones ardientes plenos de amor y flechas… todo es un lienzo y todo puede pintarse ahí.

Fotografía Chobojo Master