Según
decían era tan pobre aquel pobre que, el pobre, no tenía dónde caerse muerto.
La realidad vino a desmentirnos a todos cuando, de repente, un día, el pobre
hombre cayó muerto en plena calle sin pedirle permiso siquiera al policía de la
esquina y es que, si de caerse muerto se trata, no hay problema ni para el rico
ni para el pobre; el problema real radica, especialmente para el pobre, dónde
caerse vivo.
Juan Cervera
Sanchís