De: Baladas de la Ciudad
Las gentes pasan de prisa
sin fijarse en tu pañuelo
-flor de banqueta.
Tú, impávido,
alzas tu antorcha hasta el cielo
renegrido de tu boca
sin darle importancia al fuego.
Esperando y esperando
y entreviendo y entreviendo
-¡cuánto esperar y entrever!-
que reluzca en tu pañuelo
-flor de banqueta tristísima-
la lucecilla de un peso
para un taco de canasta,
Tragafuego,
pues la llama de tu antorcha
no da paz al desconsuelo
de tu estómago
zoológicamente hambriento.
Juan Cervera Sanchís