30 de Mayo, 2007
Terrorismo, espionaje, toque de queda y otras gracejadas
El gobierno mexicano actual, el de la continuidad (del foxismo), va por el mismo camino. ¿Qué es lo que continúa y a dónde nos lleva el caminito? La primera parte de la pregunta es tan difusa que la mayoría no podría contestarla –los grandes capitalistas y los cuates beneficiados, sí- y la segunda, de entrada, nos lleva a otra pregunta: para empezar ¿quién hizo ese caminito, para quién es?
Esto que parece un galimatías verbal, a final de cuentas tiene su explicación, no es gratuito.
En los últimos días se han publicado varias noticias inquietantes relacionadas con la seguridad nacional -independientemente de que el ejército está activo en varios estados de la república-. Relacionándolas, nos dejan ver con claridad cómo se está instrumentando y poniendo en marcha la estructura y los recursos "legales" y económicos para tener un control total de la población y convertirnos en servidores y ejecutores de objetivos netamente norteamericanos, prefiero decirles gringos.
Si estuviéramos dos o tres décadas atrás, lo que escribo sonaría como un panfleto de militante extremista. Por desgracia lo que está sucediendo hoy, no requiere de un pensador o de un analista radical, para darse cuenta de que algo no encaja en el quehacer político y nuestra realidad.
Como se diría coloquialmente "lo que está haciendo el gobierno no hace click". A no ser que el objetivo real se esté ocultando; y ¿cuál podría ser? : convertirnos en una extensión (¿más?) de sus políticas militares y de control continental.
Van algunas preguntas
¿México necesita un comité de desarme (hablamos de armas de destrucción masiva, químicas y biológicas y gua, gua, gua) y terrorismo?
¿México requiere para combatir el narcotráfico toques de queda en tiempos de paz y la militarización de las ciudades?
¿La situación de nuestro país es tan extremosa que se necesitan labores de espionaje en todos los niveles, incluyendo el correo electrónico?
¿Nos encontramos bajo amenaza permanente de grupos llamados "terroristas" y hemos sido víctimas de sus atentados?
Para no extenderme más, sepan chobojos, que ya se integró en este país un comité en materia de desarme y terrorismo, que los legisladores discuten ya una ley para combatir tan terrible flagelo, que el gobierno cuenta ya con recursos para el espionaje del correo electrónico, etc., etc. Aunque el texto que reproduzco a continuación forma parte del artículo "Ley antiterrorismo en México" de Carlos Montemayor, les puede servir de "probadita" para darse cuenta cabal de lo que está sucediendo y, si leen con detenimiento, del alcance e implicaciones que el asunto tiene.
Así las cosas, veamos ahora lo que constituye quizás el texto central de esta reforma legislativa en México: "Se impondrá pena de prisión de seis a 40 años y hasta mil 200 días de multa, sin prejuicio de las penas que correspondan por los delitos que resulten, al que utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios públicos, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación".
Alguien espía tu e-mail por Enrique Galván Ochoa
El espionaje, elemento fundamental para frenar reformas sobre seguridad: senadores por Andrea Becerril
Toque de queda en 50 colonias de Ciudad Juárez por Rubén Villalpando
Ley antiterrorismo en México 1 Ley antiterrorismo en México 2 por Carlos Montemayor
Hoy se integra nuevo comité en materia de desarme y terrorismo La Jornada
Usando detectores contra todo y buscando la seguridad total:
Chobojo Master
Los Vicios del Esclavo - Capítulo I
"El hombre que inventó la caridad, inventó al pobre y le dio pan"
Víctor Manuel.
Ser libre no es fácil: se extrañan las cadenas, se extraña el uniforme, se extrañan también las órdenes que hay que cumplir con puntualidad.
Al mediodía, en el corazón del Centro de la Ciudad, dan ganas de descalzarse, de respirar profundamente, de alzar los brazos y gritar con toda el alma para espantar los fantasmas de las taras hereditarias o para expresar la alegría de ver todavía en pie los edificios que construyeron los abuelos de nuestros bisabuelos.
La gente pasa y vuelve a pasar por su punto de origen sin darse cuenta cabal de lo absurdo de su prisa. Las rocas son más sabias: "aquí estuvieron antes que nosotros y seguirán después de que nos hayamos ido", diría José Saramago. Y es verdad.
Una bandera ondea en lo alto: simboliza pertenencia y fraternidad parcial; pero también mucho dolor, pues confirma que el ser humano no es ecuménico y que tal vez no conozca jamás otra cosa que no sean simples destellos del compromiso moral que se debe a sí mismo por el solo hecho de haber sobrevivido a glaciaciones, a tormentas, a sequías, a dioses sanguinarios o ineptos, a leones hambrientos, a revueltas armadas o a la intrínseca soledad en que cada quién nace y muere. Al homo sapiens la realidad desnuda nunca le basta: siempre quiere, siempre necesita inventar algo "más allá" para después convertirse en acólito de su propia creación.
El sol brilla en lo alto, solo unas nubes rompen el cielo despejado. Me siento a mirar a las personas que pasan y me detengo en el rostro de una u otra sin llegar a comprender para qué somos ya tantos ni por qué, en vez de ser mejores, simplemente seremos muchos más.
Una niña, de unos siete u ocho años, con un zapato roto me sonríe. Se acerca a mí y me pregunta:
-¿Qué hace señor?
-Escribo—le respondo y le sonrió.
-¿Yo puedo estar en sus hojas señor?
-Claro ¿Cómo te llamas?
-Socorro.
-Socorro ¿qué?
La niña se echa a correr; se va y yo la sigo para darle un pan, una moneda o algo, pero la multitud, el "monstruo citadino" la devora entre sus fauces y no puedo encontrarla.
Existen infinidad de seres a quienes no voy a reconocer en el infierno y que, siendo sincero, no me importan ya; pero me gustaría saber si ésta noche, aquella niña humilde tiene un pan que llevarse a la boca.
Respiro, bajo la mirada y me dispongo a regresar a casa. No tengo valor para quitarme los zapatos ¡cómo si mi madre me hubiese parido con ellos ya puestos!
¿Libre? ¿Dónde me embriagué con esa falsa ilusión?
Leonel Puente Zócalo. México D.F. 31 de Marzo del 2007
Los vicios del esclavo – Relato de Leonel Puente Los vicios del esclavo - Capitulo XX Los vicios del esclavo - Capítulo XXI Los vicios del esclavo - Capítulo XXII Los Vicios del Esclavo - Capítulo 0 Los vicios del esclavo - Capítulo XXX
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