Ayer no pude llorar,
por el asombro de estar palmo a palmo,
cara a cara.
La adrenalina subía más y más.
Había calor.
El roce de tu piel me estremecía;
jugaba con mis manos para hacer contacto;
me sonrojaba.
Mi pecho se estremecía otra vez
pero no podía llorar.
Había tanto que platicar, tanto que oír.
No quería interrumpir la secuencia.
Tomaba tu cara en silencio,
observaba tu risa de niño,
tu entusiasmo por abarcar todo.
Ayer no pude llorar,
hasta que mi pecho reventó.
Tomé tu mano.
Juntas al fin las tuyas y las mías.
No quería que vieras mis lágrimas,
sentía pena de desbordarme…
Esas calles solitarias de la madrugada,
el eterno abrazo, el roce de tus labios,
la esperanza del otro día.
Con eso me quedé.
Adela Canales "La Sariñana"