Subí a las suaves colinas,
y miré el paisaje franco de tu cuerpo;
aspiré su aroma;
me fui con él, y me extravié por ahí.
Acaricié en mi pensamiento,
con bosquejos de sonrisas en mis labios,
un escenario nuestro y su esplendor,
hecho de palabras,
de ambiciones reiteradas y crecientes.
No siempre nos fue bien
en ese camino que empedramos:
lluvias y torrentes casi nos ahogaron;
dardos salidos del temor nos hicieron blanco
y, con tristezas y furias,
seguimos caminando...
Dime ¿dónde estamos?
tu camino, como un río, se hace ramas,
y mis pies no aguantan
el paso de antaño.
Tú, mis alas y mi vuelo,
te vas a otros cielos
mientras vivo mordiendo los días,
y ya casi no duermo
o duermo y casi no vivo.
Quiero de vuelta el mar gigante
y navegar hasta el cansancio;
recorrerlo, gritarle y hermanarlo,
sabiendo que al otro día
seremos dos en el combate,
y que veremos tierra
cuando la tormenta amaine.
Alonso Marroquín Ibarra
año 2006 y corriendo