Tener tu cuerpo fue tenerlo todo;
para ti –tal vez lo notaste–, tenerme a mí.
Conservo esa conjunción sublime,
porque te he amado.
Todo estaba en la piel:
el tiempo extraviado,
la esperanza, que dijo aquí estoy,
la entrega adolescente, creída y confiada, sin cuestionamientos.
Ahí por la piel, viajamos amorosos
trepados en las sensaciones ondulantes,
compartiendo la confianza, tan difícil para mí,
alejados de los miedos pegajosos,
del enjambre de prejuicios.
Por la piel haciendo veredas
llegamos a todos los destinos,
borrando de mí el pasado y las comparaciones;
yendo entero, sólo eso, a ti.
Alternando los mandos
me sentía tu dueño
y en maravillosa simultaneidad,
te pertenecía.
Desde la piel adentro,
destino final de nuestro romance,
toqué en plenitud tu alma,
sellé un compromiso
y me arropé de sueños imposibles.
Tener tu cuerpo fue tenerlo todo;
hoy todo lo tengo desarreglado.
… Volverás.
Alonso Marroquín Ibarra
agosto de 2006 y corriendo