
No importan los días anteriores
llenos de contrariedad
donde los ánimos se caían
y la desesperanza pasaba farolera,
ni los de celos galopantes
donde de fijo buscabas pistas
que avalaran tus sospechas,
o aquellos de planes malogrados
por la desidia o las circunstancias adversas.
Esos días ya no importan
habitan su sepulcro.
Al cementerio de esos días no le faltan huéspedes.
Sus lápidas se antojan inverosímiles
y aunque el lugar es hosco, casi sin luz,
nos dicen con claridad lo que fueron.
Muchas piedras están grabadas con letras presuntuosas:
Aquí yace mi Necedad, gran luchadora que perdió la batalla
Intolerancia. Descanse en paz
Soberbia. Encumbrada y destacada, dejó a esta pareja terrenal…
Discusión Eterna. Vivió entre nosotros
Reproche Sostenido. Siempre apegado a su cuna, murió en larga agonía. R.I.P.
Aquí reposan los restos de Celos Afilados
Mentira de Piedad y Real. Le sobreviven sus hijos Recelos y Heridas
Te fuiste cuando más cerca estabas de nosotros, Desilusión
Los días importantes son los venideros,
para andar de nueva cuenta por senderos frescos.
Días donde nos confiemos todos los secretos
y compartamos la risa, la quietud de una tarde,
el último suceso del vecindario,
el aroma del café, la música, el baile,
nos contemos un libro o inventemos un cuento.
Días donde para entibiar el cuerpo nos acurruquemos
y quedo, muy quedo, como en los buenos viejos días,
seguir diciéndonos al oído
con palabras antiguas sin letras ni explicaciones,
todo lo que sentimos y bien tenemos.
Días para seguir con las miradas de códigos muy nuestros,
con las caricias revitalizadas por el lenguaje de Eros,
donde fundamos pensamiento, cuerpo y alma
prolongando nuestra dicha en todos los terrenos.
Nuestros días son y serán siempre importantes,
sin ladrones de momentos, ni perturbaciones,
ni voces ajenas, ni trabas, ni filos molestos.
Serán ¿días de amor? ¿Qué más, si no son eso?
Alonso Marroquín Ibarra
año 2006 y corriendo