Más allá de un presidente, que a los pocos días de dos inmensos desastres causados por sendos huracanes, Stan y Wilma, declara que "la emergencia ya pasó", está mi pueblo, en donde la gran mayoría no son dueños de hoteles de cinco estrellas y resorts all inclusive, sino poseedores de todas las desgracias habidas y por haber.
Más allá de las declaraciones "idóneas" que ese presidente hace para los medios de comunicación principalmente extranjeros –siempre le han fascinado las luces y su propia imagen– y se ufana del "véanme, aquí estoy en la zona de desastre, enojándome y regañando a todos, para que todo se haga bien y no haya desorden" … más allá, está mi pueblo, dándose la mano de a deveras, partiéndose el alma para realmente reconstruir todo –ellos sí, no como el derrotado precandidato a la presidencia Santiago Creel, el hombrecito de Bucareli.
La solidaridad de mi querido pueblo, sus brazos, sus espíritus, está a toda prueba, aún con el gobierno que se tiene y con el que fuera. Mi pueblo está más allá de banderitas partidistas, de campañas electorales de 12 mil millones de pesos, contra 3 mil que ofreció el que (se) despacha en Los Pinos * para la reconstrucción de las zonas de desastre.
En una situación tan crítica, donde el hambre y la desesperanza embargan a más de un millón de paisanos, también hace su aparición el oportunismo, el vandalismo y el robo. Bueno, nada distinto a lo que ya existe en el gobierno; ahí está lleno a reventar de oportunistas, de rateros, traidores y demás ratas y culebras. Decía, pues, que ahí en esa situación tan severa, mi pueblo se da la mano, se vuelve hermano, solidario, se cobija nuevamente con corazón y nervio.
En el caso de Cancún, que el presidente se preocupe, apoye e incluso gestione préstamos para los grandes hoteles, es bueno. A final de cuentas ese destino fue creado para atraer el turismo internacional a nuestra patria, y muchos habitantes de ahí obtienen el sustento. Los consorcios reclamarán a las aseguradoras el pago correspondiente a los daños ocasionados por el siniestro y, rápidos como el relámpago, iniciarán las obras para levantar de nueva cuenta a los preciosos colosos arquitectónicos, que forman parte del paisaje de esa zona del Caribe mexicano.
Pero no todo es el Cancún hermoso y brillante de las revistas y los cruceros.
¿Qué pasa, mejor dicho, qué ha pasado con Chiapas, Oaxaca y Veracruz?
¿Qué pasa con ese millón de damnificados que dejó Wilma en Quintana Roo y Yucatán?
Más allá del gobierno, mi pueblo ya empezó a reconstruir, hombro con hombro, corazón con corazón. No hay más. Necesitan alimentos, agua, medicinas, ropa. Miles de paisanos que piensan en algo más que los "inversionistas", los están ayudando. Y así seguirá siendo, porque con gobierno o sin gobierno, este pueblo sabe darse la mano. Tal como sucedió en el terremoto de 1985.
Los grandes hoteles, los clubes, las discotecas, los paseos, las carreteras, las calles, cada una de las viviendas, todo será reconstruido por mi pueblo, esa paisanada desposeída y olvidada por los señores del poder y del dinero.
Albañiles sin casa, herreros sin rejas, carpinteros sin muebles, pintores sin paredes, cocineros sin comida, picapedreros sin caminos, enfermos sin medicamentos, mexicanos sin fe en su gobierno; ellos reconstruirán Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Quintana Roo, Yucatán… Ellos construyeron todo, ellos lo levantarán también. Y ellos, algún día harán otro México mejor
Tecleó: Chobojo Master
* Los Pinos es el lugar donde reside oficialmente el presidente de México. Hasta diciembre del año 2006, no más, el inquilino se llama Vicente Fox Quezada.